Javier Fergó: talante y talento profesional
Actualidad Cultural
El fallecimiento del joven jerezano Javier Fernández González (Javier Fergó) -de talento fotográfico a prueba de bombas y talante profesional capaz de cultivar a cada paso un compañerismo del todo paradigmático- ha dejado conmocionada a la ciudad. Javier era tanto -en lo suyo y para los suyos- que llegó a serlo todo -como persona y como fotoperiodista-. Baste observar el llenazo hasta la bandera -e incluso el desborde de todas las previsiones de respaldo humano- que su misa de cuerpo presente registró este pasado miércoles tarde. La iglesia de Cristo Resucitado del Tanatorio de Jerez se quedó pequeña para albergar tanta siembra -de amistad y admiración- con nombres y apellidos. Javier Fergó colaboró, desde el extranjero, con esta sección periodística. Hoy deseamos que sean sus palabras las que inmortalicen las esencias de sí mismo…
El despertar de la vocación fotográfica: “Desde pequeño tuve claro que mi vocación se centraría en el mundo de la imagen. Nunca lo dudé. De los libros que leía siempre me centraba en las fotografías, en las ilustraciones… Me gustaba mucho el cine. Por ahí comenzó mi carrera. Finalmente puse las miras en lo que considero la esencia de la imagen: la fotografía. Para especializarme a partir de 2006, que es cuando comienza mi carrera profesional, en fotoperiodismo”.
Su humildad movía montañas. Alguien dijo que la humildad no es sino la inteligencia silenciosa de las buenas personas. La de Javier no era una sencillez impostada, sino connatural a su personalidad. Jamás se dio bombo, siempre se quitó importancia. No callado, sino silente. Nunca alardeó de los numerosos premios internacionales recibidos. Como prueba, un botón: fijémonos en la respuesta que nos brindó -hace apenas dos años- a la siguiente pregunta. “Ha expuesto usted en diferentes países europeos -verbigracia: Reino Unido, Alemania, Francia…-. Asimismo en Rusia, en Estados Unidos… Ha sido merecedor además de premios tan prestigiosos como los British Journalism Awards 2019 o, entre otros numerosos, los Unesco Humanity Photo Award, el primer premio de Fotoperiodismo del Ayuntamiento de Siero. Su trayectoria profesional está alcanzando un nivel de altos vuelos, ¿no es así?”… Respuesta de Javier: “Sólo soy un fotoperiodista más que se está buscando la vida en una industria cada vez más difícil”.
Un punto sobre la i como reflexión y aviso a navegantes: “Creo que a día de hoy se sigue más al fotoperiodista, o al periodista, que al medio en el que firma. Aunque el fotoperiodismo está muy maltratado en medios, especialmente en España”.
Contador “fidedigno” de la realidad: La verdad era prelación en el quehacer diario de Javier. Verdad y sello personal no riñen en periodismo.“El fotoperiodista transmite de manera fidedigna cuanto está ocurriendo. Digo de manera fidedigna y no objetiva, claro, porque una vez que estamos tomando imágenes de una situación ya procedemos a poner nuestro granito de arena. Nuestra forma subjetiva. Por tanto la objetividad completa no existe pero sí intentamos, como fotoperiodistas, retratar la realidad desde el punto de vista personal de cada uno”.
Aprecio unánime: ¿Qué tengo yo que mi amistad procuras?, preguntaba Lope de Vega al “Jesús mío” en su célebre soneto. ¿Qué tenía la personalidad discreta, sonriente, sosegada, valiente, de Javier para granjear tantísimas adhesiones a su ser? ¿Qué poso no ha dejado en el potencial afectivo de todos cuantos fotoperiodistas, cámaras, realizadores, redactores, mandos intermedios, gerentes institucionales, responsables de agencias -los que fueron antaño y los que son hogaño- concurrieran -como una asamblea extraordinaria del gremio periodístico, artístico, consistorial- para ofrecerle el último adiós al compañero del alma, compañero, por expresarlo con versos de Miguel Hernández? ¿Qué sembró para que buena parte de los periódicos nacionales se hicieran eco de la noticia necrológica? Quedémonos con algunas frases escritas por el bueno de Rodrigo Melero: “El que se mete en este oficio sabe que se va a ensuciar las manos, que muchas veces no comerá caliente, ni dormirá en su bendito colchón, ese es el sufrimiento de la vocación. Cuando eres fotógrafo sabes contar una historia con planteamiento, nudo y desenlace en una imagen y que bien lo hacía Javier Fergo. Cuán difícil es y qué fácil hacía que pareciera”.
O del mismo Emilio Morenatti: “Es difícil describir a una persona tan bonita sin caer en estereotipos. Javi era un tío muy agradable y un gran fotógrafo a partes iguales. Una charla con él te alegraba el día. Luego se le añade ese talento fotográfico, currado a pico y pala, que fue depurando hasta convertirlo en uno de los mejores fotógrafos contemporáneos”.
Compañerismo y autoexigencia: No pisó ni pisoteó a nadie para procurar escalar en balde, más bien al contrario. No quiso encaramarse al dinero fácil. Ni al poder -frágil- de lo mediático. Trepar le sonaba a chino. Todas sus energías las proyectaba sobre sí, para mejorarse como profesional, y para ofrecer un resultado óptimo al público. En los postulados de Javier siempre cobraba fuerza la deontología periodística. En la que creyó como un mandamiento sagrado. Tal era el compromiso que adquirió -como un axioma de sangre- para con la sociedad y para con la profesión. La calidad, siempre la calidad. La visibilidad de los invisibles. La narración en la imagen que supera las mil palabras. “El fotoperiodista se rige por la veracidad, la ética profesional y el código deontológico del periodismo: documentar fidedignamente lo que sucede… Algo que no siempre ocurre”.
Un consejo, una orientación, para los jóvenes aspirantes a fotoperiodistas: “Sé que es difícil cuando eres joven pero lo ideal es que tuviera claro en qué aspectos de la fotografía se quiere centrar: fotografía comercial, fotoperiodismo, fotografía científica… la fotografía en sí no es una: son muchas. También está la fotografía artística. Lo ideal es que, a pesar de la juventud de quien comienza, se tenga claro qué camino va a tomar. En el caso del fotoperiodismo es un camino difícil pero no imposible”.